sábado, 31 de diciembre de 2011

Lesiones tendinosas 3

FISIOLOGÍA DE LA REGENERACIÓN TENDINOSA
Como en todo organismo, podremos dividir las lesiones en:
1.- AGUDAS: se caracterizan por un comienzo brusco, seguido por un proceso predecible, aunque lento de resolución (reposo técnico fisioterapia). Las roturas son roturas intratendinosas tras esfuerzos a velocidades elevadas (ejemplo: pedrada).
2.- CRÓNICAS: se caracterizan por un comienzo lento e insidioso, implicando un daño estructural menor y repetido, que puede desembocar en un episodio doloroso que con frecuencia viene precedido por dolor y signos de inflamación moderada. Puede durar meses o incluso años, y se caracteriza por la persistencia de síntomas sin que se produzca curación.


Habitualmente se considera el plazo de 4-6 semanas como el límite entre uno y otro tipo de lesión.
A la hora del tratamiento de una lesión tendinosa debemos tener en cuenta que el tendón no existe por si mismo: forma parte de una unidad funcional a la que tendremos que atender (músculo-tendón-hueso).
Desde este punto de vista, tenemos que recordar que, mecánicamente, la forma más frecuente de fracaso del tendón se debe a movimientos excéntricos, ya que son los que provocan los mayores esfuerzos en la unidad miotendinosa y, por ello, debemos buscar que el tendón lesionado sea capaz de recuperar una resistencia suficiente como para soportar dichos esfuerzos sin romperse (aunque sea a nivel microscópico) de nuevo.
Tendremos que emplear ejercicios que impliquen contracciones isométricas y concéntricas del músculo, pero sobre todo recurriremos a los movimientos excéntricos, ya que con ellos lograremos un estiramiento efectivo del tendón y, además, estimularemos la síntesis de colágeno para reforzarlo.
Como siempre, el problema es el de graduar las cargas correctamente.
Hay tres parámetros en los que basaremos el programa de ejercicio excéntrico:
1.- Longitud (distensión): la distensión o estiramiento sirve para aumentar la longitud de la unidad miotendinosa y, por lo tanto, para reducir los esfuerzos durante los movimientos articulares involucrados.
2.- Carga: al aumentar la carga sobre la unidad miotendinosa, obligamos a adquirir una resistencia tensional superior.
3.- Velocidad: al aumentar la velocidad, también aumentaremos las fuerzas que actúan sobre la unidad miotendinosa.
Sabemos que:
a.- La tensión máxima ejercida por un músculo es un 20-30% superior durante la contracción excéntrica que durante una isométrica máxima (Petersen, 1960).
b.- Un entrenamiento a base de 30 contracciones isométricas máximas por día es capaz de mejorar la fuerza isométrica al cabo de 25 días en un 18-46% (Darcus y Salter, 1995).
c.- Un tendón “entrenado” posee un contenido mayor de colágeno, con un índice metabólico más alto y con una resistencia tensional mayor.


Estudios clásicos demostraron que el entrenamiento excéntrico produce grandes ganancias de fuerza isométrica máxima al cabo de 7 semanas que el concéntrico, aunque hay un periodo en que el grupo que realizaba entrenamiento concéntrico alcanzaba valores más altos (en la época de mayor dolor muscular postejercicio).
Es fácil deducir, por tanto, que el deportista con una lesión tendinosa por sobreuso, comenzará a notar molestias al realizar la fase excéntrica de sus ejercicios. A medida que la lesión progresa, comenzará a notar dolor también durante las fases concéntricas e isométricas.
El programa de entrenamiento que diseñemos debe estar dirigido a lograr una unidad miotendinosa capaz de resistir los esfuerzos tensionales en contracción excéntrica.

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